periodismo cultural y nueva obra

SUMARIO

 

 

 

 

 __ PARTIDAS, ETC. Wilmar Berdino

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__ METÁFORA DE VUELO. Los tres discos primeros de Jaime sin Tierra

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__ ONTOLOGÍA CYBORG. Aída Miraldi

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Nº 3 - mayo 2011

 

Tango           Angles

La Mufa          The Strokes

 

Oír hablar de orquesta    Cada  época  tiene  su

de  tango veinte  años    paradigma.    Mientras 

atrás, llevaba de inme    que  The Beatles  tuvo

diato a pensar en algo    un público atento para

avejentado tanto ...        recepcionar cada ...

               Reseña                      Reseña 

 

 

Con Jorge Drexler

 

 

 

La identidad en juego

     

                         

 

 

Más de uno con seguridad pensó, que una vez que Jorge Drexler consiguiera hacer pie en España iría poco a poco olvidándose de sus raíces y comenzaría a hacer una música más acorde con los códigos internacionales.

Sus dos últimos discos sin embargo, tienen -además de una puesta al día con los modos arreglísticos y los estilos en boga del pop internacional- una fuerte presencia del paisaje sonoro uruguayo.

 

 

CONOCIMIENTO MUTUO

 

 

-Tanta raíz uruguaya en tus discos, ¿no va contra tu carrera en España?

 

 -En España se esperaba otra cosa de mí y como no colmé esas expectativas, evidentemente perdí la posibilidad de ganarme mayores públicos. Pero a cambio obtuve cosas más importantes como mi arraigo aquí en Uruguay, algo que me satisface mucho porque  significa que dentro del gran desarraigo que me tocó vivir por  haberme ido de mi país, aún mantengo códigos de comunicación con él. En un punto de mi carrera en España,  sentí que mi identidad estaba en juego y que volver a conectarme con las cosas del país era una necesidad. Recuerdo que en el momento de hacer Frontera, mi tercer disco con una multinacional con sede en España, había en el tablero tres nombres de productores españoles y un proyecto de un disco con muchos invitados y yo lo rechacé. Opté por venir a grabar al Uruguay para hacer un disco con dos productores compatriotas  que venían de un polo opuesto al de mi música como Pablo Casacuberta y Juan Campodónico  (ex integrantes de El  Peyote Asesino).

 

 

-¿Y entonces?

 

 

 -Entonces pasó que las ventas en España quedaron estancadas en los niveles del segundo disco hecho allí (Llueve), unos quince mil ejemplares, pero en Uruguay el disco se convirtió en disco de oro.

 

 

-¿Quince mil ejemplares con pocos discos?

 

 

 -En un país como España donde para llegar al disco de oro se necesitan cincuenta mil, sí.

 

 

-Esa escasa venta, ¿implica que no hay público en España interesado en cosas que se vayan más allá de la media?

 

 

 

-Sí, implica que en este momento como pasa en todo el mundo, el bombardeo mediático lleva a que la gente busque cosas que se parecen más a… y que le hacen acordar a…, que cosas que le cuestionan su escala de valores estéticos.

 

-¿Creés que el mercado español puede llegar a interesarse en tu música al final?

 

 

-Sí, pero a largo plazo. No por agarrar un atajo y adaptarme a lo que ellos quieren sino porque a la larga, haya una comprensión y un conocimiento mutuo a largo plazo; tiene que darse el proceso inverso de que ellos entren en el mundo estético mío. Eso lleva más discos que los que llevo grabados.

 

-Lo que decís  te muestra como alguien preocupado por lo artístico, en un mundo donde la tabla rasa de la posmodernidad ha transformado todo en mundo del espectáculo…

 

 

-Es que yo soy de una generación anterior a la posmodernidad. Me formé en la escuela idealista de la música popular uruguaya que enseñaba la importancia de no sacar discos sin fundamentos, la importancia de buscar una identidad, un sentido y tener algo que decir en lo que hacés.

 

-Tus dos últimos discos suenan muy contemporáneos, lo que te describe como una persona atenta al acontecimiento musical. ¿Cuándo grabaste tu segundo disco Radar, también estabas al día con los sonidos del mundo?

 

 

-Sí, sin duda. Lo que pasa es que la información que llegaba era mucho más restringida. Cuando en una oportunidad le muestro a Pedro Aznar La luz que sabe robar –que es un disco anterior a Radar- el comentario de Pedro fue: “suena muy contemporáneo”, que era lo último que yo esperaba que alguien me dijera. Lo que él entendía como contemporaneidad era la no utilización de los efectos de los 80’s como el reverb, el no procesamiento de las baterías de manera artificial como se ecualizaban en los ochenta. Yo no quería ecualización de guitarra ni efectos en la voz, y evitaba toda la cadena de compresores y procesadores que tenían un metro y medio de alto en el estudio. Lo hacía de manera intuitiva porque no sabía que hacer eso era ser contemporáneo. Yo escuchaba Rickie Lee Jones entonces, y me daba cuenta que la tipa iba a un sonido crudo, a un sonido de madera, de proximidad, con la voz muy cerca y sin efectos. Siempre busqué lo contemporáneo, lo que pasa que lo contemporáneo, por definición se mueve.

 

 

 

RESONANCIA

 

 

 

 

-Así como elegís con qué productor trabajar,  ¿tenés decisión plena en todo lo que tiene que ver con tus discos?

 

 

-En todo. Desde la fotografía que sale en la tapa, el diseño de la carátula, los  músicos que participan, los temas que lo integran. Hago todo según mis criterios y cuando tengo el trabajo listo lo llevo a la casa discográfica. En lo único que no decido es en la elección del primer sencillo que sale al mercado. A veces dejo entrever cuál es mi favorito pero no presiono porque los tipos saben qué cosa les interesa a los programadores de radio. Yo pensaba  que “El pianista del gueto de Varsovia” hubiera sido un buen primer corte del disco pero a ellos –que eligieron la canción “Horas”- les horrorizaba porque creían que ese tema era muy lúgubre, muy triste. Dan ganas de decirles: “pero miren de lo que habla Eminem o Radiohead, o recorran la lista de Bilboard norteamericana, donde hay muchísimas canciones  muchas veces catastróficas y a nadie le asusta”. Lo que pasa es que la jovialidad latina ha tomado al mundo latino por asalto y si en cualquier disco aparece una canción vitalista como “Horas” que habla de sensualidad, se sabe de antemano que va a ir a esa porque tiene marchita, es alegre.

 

-¿Qué temas tuyos pegaron más en España?

 

 

-La pregunta tiene dos partes: cuáles sonaron más en radio y cuáles siento que funcionan mejor en un concierto. “Horas” estuvo segunda en el ranking radial, y sonaron bastante “Antes” (del disco Llueve) y “Frontera”. En los recitales en cambio, funcionan maravillosamente bien “Flores en el mar”, “Aquellos tiempos” y “La zamba del olvido”.

 

-¿Cómo ves a la música uruguaya?

 

 

-Por primera vez en los últimos años, la música uruguaya ha abierto su espectro, ha logrado un a inserción comercial, ha abierto fronteras. Aunque lo haga de manera muy fraccional y a veces cuestionable, Natalia Oreiro tiene un intento de hacer candombe. A mí no me gusta como salió el intento pero respeto el trabajo de Natalia enormemente porque es una tipa de Montevideo que se abrió camino, aprendió a nadar en el ojo del huracán, ha pasado el millón de copias vendidas en Europa del Este y siempre habla de su música como música uruguaya. A Los Fatales los escuché en el País Vasco sonando durante todo el verano pasado. Lo que hacen me resultó interesante y no hay ninguna duda de que eso es música uruguaya, a veces, más uruguaya que la que hago yo. Mis gustos van por otro lado pero en general, la resonancia que ha conseguido la música uruguaya no tiene precedentes. En Argentina por ejemplo, es increíble lo que está sucediendo con Rada, con Roos y en menor grado con las murgas y conmigo. La música uruguaya ha salido de una búsqueda estética interesante y ha aprendido a abrirse paso en medios más difíciles.

 

Leonardo Scampini

 

 

 

 

*Publicado originalmente en el periódico La Juventud Nº 2823 (11 de enero de 2002), poco después de la edición de Sea (uno de los  mejores discos de Jorge Drexler) y antes de ganar el Oscar por la canción “Al otro lado del río”.