periodismo cultural y nueva obra

Música

20.04.2011 10:51

 

Jaime sin Tierra y sus tres primeros discos

 

 

 

         METÁFORA DE VUELO

 

En el entendido de que los grupos de pop rock del Río de la Plata, desde siempre han venido representando en estas costas los libretos propuestos en el mundo desarrollado, los comentaristas de este género musical arraigaron la costumbre de buscar detrás del sonido de cada banda, la fuente generadora del mismo. El procedimiento es de fácil realización debido a que por lo general, se suele trasladar un modelo x (léase: el estilo característico de un grupo australiano, por ejemplo) con escasas o nulas variaciones.

Cuando el grupo en cuestión, en vez de hacer la traslación lisa y llana de una fórmula aceptada, absorbe diferentes influencias y las pasa por su filtro personal, al periodismo musical se le dificulta hallar el impulso original detrás del gesto artístico. Por eso a Jaime sin Tierra le han adjudicado un sinnúmero de precursores sin ponerse de acuerdo  nunca. Que los Smashing Pumpkins, que Sonic Youth, que Radiohead, que Coldplay, que Portishead. Y tienen razón. Jaime sin Tierra suena como todos esos grupos al mismo tiempo y como ninguno de ellos en particular (salvo por momentos arreglísticos muy puntuales). Hay otros aportes además: Genesis, Tangerine Dream, Pink Floyd.

Tren son los discos que han editado hasta hoy. Dos de ellos son el resultado de un viaje realizado y una llegada a destino. El que media entre esos dos, es una especie de puente o zona de prueba que permite realizar el salto del primer disco al tercero.

 

Aeropuerto 1

 

Nadie conoce a esta nueva banda pero su primer trabajo discográfico (El avión ya se estrelló y yo sigo volando, Discos El Club 1998), muestra  una propuesta definida y una inspiración artística para envidiar. Musicalmente se evidencia un hábil manejo de diferentes instancias dinámicas, el sostenimiento de la tensión entre los extremos y hasta la eclosión de esas veredas contrarias en ciertas franjas sonoras. Una estética que bien podría definirse con el juego de opuestos que aporta la letra de “Eclipse”, tema que inicia el disco: “si ella es el sol / yo soy la luna / si ella es el mar / soy el desierto / y estamos en eclipse total / completamente cruzados”.

 

     

 

Melodías mansas y contenidas, pueden desarrollar ese carácter hasta finalizada la canción o pueden tornarse explosivas y frenéticas; a la inversa, desde un clima de gran intensidad, la melodía puede contraerse sobre sí misma y llegar a un silencio lo suficientemente extenso, como para provocar un efecto de final que no es tal y cambiar la atmósfera de la canción por completo.

Los textos merecen un párrafo aparte. De corta extensión y formalmente simples, son portadores de una potencia poética reveladora, y extienden –como un elemento más- el juego de tensiones de opuestos, confrontando a los sonidos o asentándose tersamente sobre ellos.

Temáticamente volcados a describir días tristes, solitarios, insatisfechos y depresivos, que bien podrían ser los de alguien en particular o los de toda una sociedad (aunque se hagan esfuerzos denodados para que ese estado anímico no se note), El avión ya se estrelló …, es un filo hiriente de sentimientos adversos, de futuros apagados por dolor de una pérdida: “Metiéndome en el agua / ahogando mi soledad / te recuerdo entre velas encendidas / te sueño entre sábanas dormidas. / ¡Me duele extrañarte! / Me duele encontrarte / en mis sueños muertos…” (“Agua”).

 

Tránsito aéreo

 

¿Volver al mismo aeropuerto o seguir el  vuelo en medio de la turbulencia hasta el aeropuerto próximo? Continuar el viaje. Saber de dónde se viene, buscar adónde se va. Eso es Caja negra (Discos El Club, 1999). Un disco de grabaciones en vivo, remixes y canciones que quedaron fuera del primer CD. El objetivo: enviar señales de vida y experimentar.

      

 

Las grabaciones sobrantes del primer CD no guardan mayor interés (salvo “Explotar” y “Gris y negro”)  y en lo que tiene que ver con los registros en vivo, hay algunas cosas más que interesantes como la versión “Cápsula” con viola y flauta. Lo realmente importante es la zona de remixes porque allí, en esa otra mirada sobre los viejos temas, se transparentan pistas de la futura idea musical de JST.

“Sangre” viene envuelta en una versión irreconocible, con un tratamiento musical donde se evidencia el ingreso en el terreno de la electrónica. En “Alfonsina” además de la electrónica,  se percibe alguna pulsación trip hop, mientras que en “Mi mente es un planeta más” (remix del “El techo de mi cuarto”), la veta experimental se amplía abriendo el abanico de posibilidades.

La melodía con que se inicia la versión (retomada, madurada y trabajada para la última canción del tercer disco) da una idea bien clara del futuro nuevo sonido de la banda.

 

Aeropuerto 2

 

Hay una obsesión con los aviones en JST y con la idea de volar. Por eso su primer disco se llama El avión ya se estrelló y yo sigo volando, y el segundo Caja negra. En el tercer CD, los aviones y las alturas no se anuncian desde el título del disco pero aparecen en los textos de las composiciones.

       

 

Cada canción de Autochocador (discos sin tierra, 2000) es parte de una historia que recorre toda la obra: un amor que de un lado dejó de ser correspondido, y la gran alegoría montada a partir de esa situación: un viaje en avión (el amor) que se estrella (la ruptura) y cae al mar (el descenso depresivo del que dejó de ser querido). Entre los pasajeros de la aeronave, el protagonista herido por la fragilidad del amor, que mientras el avión se va a pìque, piensa: “Y si el avión se cae, estarás ahí? / Para salvarme. / Y si me pierdo entre la gente, estarás ahí? / Para encontrarme”, y que cuando se está ahogando, confiesa: “A veces quisiera ser un barco / para flotar como floto siendo humano / y no hundirme como hundo. / Y a veces quisiera ser como vos, / para no extrañarte, como te extraño”.

En una puntuación del uno al diez, todos los temas son cinco para arriba, con varios que se pelean por llegar al peldaño más alto. El nivel de los textos es admirable. Otra vez breves, tienen la virtud de decirlo todo en una línea (“como un rinoceronte que lleva un pájaro en el lomo / yo te alimento, no te veo ni te toco”) y de integrarse con soltura al nuevo sonido de la banda, menos intenso que el del primer disco y conservando apenas un esqueleto difuso de aquel perfil.

Del laboratorio Caja Negra, creció un sonido “espacial”, con una buena dosis de efectos electrónicos y la utilización de ciertos instrumentos acústicos como cello, violín y flauta traversa, que contribuyen a crear la sensación de “aire” y espacio abierto. Hay un interesante juego entre los sonidos electrónicos y los acústicos, acertando en el hallazgo de las cercanías tímbricas y hay, la utilización de un sintetizador en “Ciempiés” que demuestra que la tecnología empleada con trabajo e inspiración, puede llegar a resultados alejados de la frialdad mecánica de las máquinas.

Autochocador es un disco conceptual como hace tiempo no se ve en esta zona del planeta, inundado de belleza y desbordante de ideas. Si de tantos autores “promesa” se ha esperado una vida para que concretaran sus grandes realizaciones, con Jaime sin Tierra se puede seguir el camino inverso: no esperar más. No porque no haya disposición para oír otras posibles realizaciones que igualen o superen a Autochocador, sino por la certidumbre de saber que con éste disco, ya han dejado su marca en la historia de la música.

 

Leonardo Scampini

 

 

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