periodismo cultural y nueva obra

entrevista

25.03.2011 22:00

 

Con Sergio Schellemberg y Alejandro Spuntone de La Trampa

 

 

“El rock nacional no comprende la realidad del país en que vive”

 

La entrevista se realizó poco después de la edición del primer disco de la banda (Toco y obligo. Orfeo, 1994). Por entonces, La Trampa estaba integraba por Garo Arakelián (guitarra), Alejandro Spuntone (voz), Sergio Schellemberg (teclados), Daniel González (batería) y Carlos Rafols (bajo).

 

                 

 

 

 

-¿Se supone que el músico está buscando un tipo de sonido y va tras él hasta que lo encuentra, o la música que logra es algo que viene más naturalmente, entre influencias y la interacción de los integrantes de la banda?

 

Sergio Schellemberg: En el caso de La Trampa se pensó en lo que queríamos hacer. Elegimos adrede hacer lo que nosotros llamamos “rock ciudadano”, que es una fusión de rock con tango, milonga, vals, y lo estuvimos buscando durante ocho meses entre Garo y yo –que somos los que componemos las canciones- y nos llevó tres años perfeccionarlo al punto de quedar conformes. Ahora que ya salió el disco, ahora que es una etapa superada lo que allí logramos, estamos otra vez buscando profundizar sobre el estilo y al mismo tiempo variar también, para no quedarse en lo mismo que ya habíamos conseguido hasta ahora.

 

-Eso que vos llamás “rock ciudadano”, si uno toma temas de la primera etapa del grupo –como la recreación de “Arma de doble filo” o “Vals”- parecen tener poco que ver con el material nuevo, donde ya hay directamente una fusión entre rock y tango. Queda la impresión de que La Trampa intenta fusionar una cantidad increíble de cosas…

 

Sergio: Yo pienso que “Arma de doble filo”, si bien nosotros la recreamos un poquito más rocanrolera, es en sus orígenes, una canción ciudadana, al igual que “Vals” que es una música típica de la ciudad.

 

-En un momento en que la música rock se ciñe estrictamente a lo que viene desde el norte y que ustedes tienen esta manera de fusionar los sonidos, ¿creen que es válido hacer cualquier tipo de fusión?

 

Sergio: A mí me paso algo en particular. En una época participé de un grupo que hacía pop anglosajón y luego, viviendo en Europa y en Israel, me di cuenta que era insignificante el pop que hacíamos nosotros y que los anglosajones lo hacen bárbaro. Incluso viviendo afuera, me di cuenta que el tango me encantaba y que era incapaz de escuchar un tango de Goyeneche sin ponerme triste, horriblemente triste, y que es algo que los gringos no pueden hacer por más que lo tengan escrito. Entonces me dije: bueno, hagamos el tango con un lenguaje rockero, con la ventaja que eso tiene en cuanto a generar un sonido nuestro, particular.

Pero más allá de todo eso que para mí es válido porque es lo que quiero hacer, también con el tiempo se me han ido los prejuicios. Para mí es válida cualquier cosa, siempre y cuando no sea una mentira, no sea una pose. Y de última tampoco eso me importa. Yo no me fijo en qué es lo que hacen los demás, me preocupo por lo que yo quiero hacer.

 

-¿Cuántos años lleva La Trampa trillando el circuito local?

 

Sergio: Cuatro años más o menos.

 

-Da la impresión de que el grupo no existiera porque, con todos esos años y un disco en la calle, no se lo escucha sonar en ninguna radio.

 

Alejandro Spuntone: Salvo excepciones, no hay muchos programas que se dediquen a pasar música nacional.

 

-¿Ustedes creen que los medios no difunden a La Trampa porque su música no merece darse a conocer?

 

Sergio: El tema fue que La Trampa tuvo una etapa inicial muy fuerte, con grandes logros, y luego la banda se desarmó y cambiaron algunos de sus integrantes en dos oportunidades. Un poco eso era un proceso inevitable para llegar a ser lo que somos hoy, y otro poco porque es difícil hacer una fusión donde no hay muchos antecedentes, donde lo que querés lograr es muy ambicioso. Inclusive llegamos a rechazar una oportunidad anterior que el sello Monitor nos ofreció para grabar el disco, porque consideramos que no era el momento apropiado para el grupo. No nos interesaba grabar un disco por grabarlo.

 

-¿Creen que el disco va a tener la difusión que se merece en los medios de comunicación?

 

Alejandro: Yo pienso que sí.

 

Sergio: No creo en la historia de que acá los medios no dan vida y de que aquí es difícil hacer música. En todo el mundo es difícil hacer música y en todos lados te escupen…Para mí lo importante es que el material sea bueno y se abra camino, y en ese sentido confío plenamente en el disco que hicimos. Te lo digo claramente: lo que puede influenciar un crítico de música acá, a través del diario, es insignificante. Está todo bien con ellos pero es muy poca la gente que lee realmente un diario y le vaya a dar pelota a lo que está leyendo. En las radios sí es un poco más importante pero, hay gente que pasa música, no es tan grave el tema.

Fui parte de la explosión del rock nacional allá por el 85, y pienso que ese movimiento fracasó porque éramos una cantidad de gente con muy buenas intenciones pero con poca cabeza. No se trataba –y tampoco se trata ahora- de que la gente tenía la culpa por no entender al rock nacional porque en realidad, es el rock nacional el que no entiende a la gente.

 

-¿Cómo es eso? ¿Qué tendría que hacer el rock nacional para entender a la gente?

 

Sergio: Y...hay tipos que caminan fenomenal. Jaime Roos, me guste o no,  es un tipo que le habla directamente a la corteza cerebral de los habitantes y por algo todo el mundo lo entiende y a todo el mundo le gusta. El Sabalero también…No es un tema de que el rock nacional es incomprendido. El rock nacional no comprende en todo caso, la realidad del país en que vive. Tampoco existe eso de que “tengo mil dificultades para ensayar, no me puedo comprar un buen teclado, tengo que laburar diez horas en una fábrica”, porque a la gente no le importa. Cuando vos subiste al escenario, a la gente le interesa que suene bien. Y es correcto que sea así porque yo hago lo mismo: cuando voy a ver una película no me interesa si el actor antes tenía fiebre o no, me interesa que haya actuado bien.

Acá dicen que en los lugares donde los músicos triunfan tienen todo a mano. Y es cierto. Pero también se rompieron el culo antes, laburaron en bares vendiendo cerveza y cuando la pegan, la pegan del todo. Esa en todo caso es la única diferencia: acá no la pegás del todo sino muy de a poquito.

 

-Me sorprendió lo que dijiste sobre Jaime Roos porque en el terreno de llegarle a la gente hay dos maneras de hacerlo: por un lado está el músico que lo hace de manera natural, sin procurarlo, y por otro, el que busca llegarle y que parece ser a lo que vos te referís. Yo no sé si Jaime Roos busca o llega con naturalidad pero, me parece que es un contrasentido eso que vos planteás, y que en todo caso, el artista debería primero ser honesto consigo mismo y después, si el producto le llega a la gente, bien, y sino, mala suerte.

 

Sergio: La cabeza de Jaime Roos no la conozco, yo conozco la música de Jaime Roos. Para mí es un tipo que interpreta la realidad, la realidad de la masa popular uruguaya, a diferencia del rock que –y esto dicho sin ánimo despreciativo- se ha vuelto un poco elitista, que ha recaído en sus propios vicios, en cerrarse en pequeños circuitos, que ha caído en la queja constante. Yo soy honesto conmigo mismo y la música que hago es la que siento y no estoy buscando simplemente ir a interpretar a los demás. Son defectos que tenemos quizá los músicos del rock nacional, que vivimos en una realidad muy mínima dentro de un país bastante grande y bastante desconocido para nosotros. Los rockeros salvo excepciones, no son tipos que están insertos en lo que es la gran sociedad uruguaya. Yo laburo en una fábrica y tengo contacto con obreros, operarios metalúrgicos que no entienden la realidad del rock nacional, no entienden cuál es la actitud o la pose.

 

-¿Y entienden la música de La Trampa?

 

Sergio: No han tenido creo, la oportunidad de escucharla pero, por ejemplo, sí les encantó El Cuarteto de Nos, un grupo que ha hecho un gran capote porque ha logrado entrarle a todo el mundo.

 

-Me parece que hay una diferencia entre un grupo popular y otro que hace música de calidad. ¿Vos creés que El Cuarteto de Nos está haciendo música de calidad dentro de la popularidad que ostenta?

 

Sergio: Yo creo que El Cuarteto de Nos está haciendo lo que quiere hacer.

 

-¿Pero es de calidad?

 

Sergio: Los juicios valorativos sobre otros grupos me los reservo.

 

-¿Por qué?

 

Sergio: Porque cada bueye con su arado y que no moleste a los otros.

 

-Hoy decías que a los críticos nadie los lee y sin embargo cumplen una función orientadora fundamental. Para mí no es lo mismo La Trampa que Ricardo Montaner…

 

Sergio: Lo que te decía de los críticos no es despreciando su labor. Para mí hay críticos que son unos atrevidos y hay gente que sabe de lo que está hablando.

 

-Bien, pero el tema es: el crítico de música opina sobre el tema y vos que sos músico, nadie mejor, esquivás hablar sobre música.

 

Sergio: ¡No, no! Lo que esquivo son las opiniones valorativas sobre otros grupos, de música podemos hablar.

 

-Me interesa que hables sobres música buena y música mala, en un momento en que el dial está pobladísimo de música mala…

 

Sergio: …y sí, estamos de acuerdo en eso.

 

-Pareciera entonces que es hasta necesario en un momento como éste, separar la paja del trigo porque en cierta forma le abre la cabeza a la gente, y porque conectado con lo que venías diciendo antes sobre los músicos que saben llegarle a la gente, podríamos preguntarnos: ¿qué es lo que está consumiendo la gente? Si la gente consume cosas de baja calidad, a mí, si fuera músico, no me interesaría llegarle.

 

Sergio: Acá tenemos el viejo dilema que no arranca sólo en la música, arranca en las políticas educacionales, en las políticas de comunicación del país, en la política nacional del país. Porque cuando estamos hablando de que hay que llegarle a la gente con rock nacional, de que hay que llegarle al tipo que gana dos mangos por laburar diez horas, hay que saber que la música nacional, es lo que menos le interesa al individuo ése. Si estás en un país donde todo está dirigido a que la gente cada vez estudie menos o se eduque menos –y no estoy hablando sólo de educación formal-, vos tenés gente que cada vez tiene un juicio crítico menos agudo y que es más fácil de influenciar. De cualquier forma pienso que es importante llegar a la gente, porque si hay tanta basura para escuchar, tratar de llegar con algo que a nosotros nos parece bueno, de repente tirás un golpe de sensibilidad y hacés reaccionar a alguien.

 

-Hace poco, un artista plástico decía en TV que la idea de evolución en el arte era todo un mito. ¿Ustedes creen que la evolución artística existe?

 

Alejandro: Sí. Creo que nosotros de un tiempo a esta parte, hemos evolucionado y quizá podamos llegar a evolucionar más.

 

-¿Cómo definirías esa evolución?

 

Sergio: Creo que la evolución en el arte pasa por las evoluciones personales que pueda hacer cada artista, ya sea en el plano artístico como en el de toda su vida. Yo no me planteo evolucionar en el arte, me planteo cada vez tratar de hacer algo mejor y que cada canción sea mejor que la anterior que hice pero, como una cuestión personal porque el arte, en sí solo, no es nada, es simplemente un reflejo de lo que yo vivo, de mis preocupaciones, de mis alegrías, de la realidad en la que estoy inserto. Entonces,  trato de irla interpretando de acuerdo a cómo van siendo mis estados personales de ánimo.

 

-Muchas veces se habla de “tarea creativa” como sinónimo de arte. Cuando un músico comienza a reiterarse sobre sí mismo, ¿es correcto seguir hablando de tarea creativa?

 

Sergio: Es muy difícil no reiterarse. Cuando vos empezás a reiterarte sistemáticamente es porque estás “seco”. A mí me ha pasado de estar tres meses sin hacer una canción y claro, si entonces utilizo las armonías tradicionales, las mismas fórmulas, puedo hacer 20 millones de canciones pero eso no me interesa. Prefiero no hacer ninguna y esperar. Me siento y espero que pase ese tipo de estado.

 

-Ahora bien, habrán escuchado a muchísimos músicos que han sido súper creativos y que llegados a una etapa de estancamiento, comienzan a repetirse eternamente,  ¿Está bien eso de hacer fama y luego echarse a dormir, o debería el músico decir: bueno, si me agoté como artista, voy a trabajar de albañil?

 

Sergio: No, no. Yo pienso que llega un momento en que obviamente, hay que ir sobreviviendo. Siempre hay cosas nuevas para dar aunque no sean composiciones.

 

Alejandro: Todo depende de si el músico tuvo su etapa creativa y logró llegar a vivir de eso, si su medio de vida es la música, si se reitera y la gente lo sigue consumiendo, y si es válido para él seguir viviendo de ese modo. Quizá en lo personal el músico se sienta frustrado pero tiene que seguir viviendo. A mí no me gustaría, de reiterarme, seguir viviendo de la música. Volvería a las ocho horas y haría música en mi casa, con mis amigos, para divertirme y sentirme bien.

 

-Cuando la gente catapulta a un artista, ¿tiene razón en sus criterios de elección o puede estar equivocada?

 

Sergio: Yo qué sé. Es muy arriesgado decirle a la gente que está equivocada o que tiene razón.

 

Alejandro: En cuestión de gustos no hay nada escrito.

 

-Lo pregunto porque hay quien dice que el pueblo siempre tiene razón.

 

Sergio: Yo pienso, particularmente, que se ha equivocado tantas veces el pueblo…

 

Alejandro: Eso es parte de la libertad de expresión, son decisiones de cada uno. Si le gusta o no le gusta, es muy subjetivo eso. Si ellos piensan que es respetable o válido, yo no puedo decir quién se equivoca y quién no a la hora de escucharlo.

 

Sergio: También pienso que si la gente catapulta a un artista y ese artista no tiene con qué responder, se cae a los tres meses porque en general, no lo catapulta la gente sino los medios. Por eso es que aparecen y desaparecen diez millones de grupos.

 

-¿No son los medios entonces, los que asimilan el gusto de la gente?

 

Sergio: No, los medios manejan un poco los gustos de la gente. Es un poco lo que veníamos hablando hace un rato sobre las políticas de comunicación.

 

-¿Y cómo cambiamos a los medios de comunicación? ¿Alguna idea?

 

Sergio: Para empezar no pidiendo favores por parte de los músicos, y siguiendo para adelante, no transando, no ocupándose si los demás transan o no, no tratando de hacer políticas grupales. No creo en los movimientos. Pienso que donde se juntan más de diez personas para hacer un movimiento, ya hay algo que anda mal.

 

Leonardo Scampini

 

 

 

*Publicado en Mole-q-lar Nº 6 (Solymar, invierno de 1995)

 

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